sábado, 20 de enero de 2007



NOCHES DE BOHEMIA


Chopin suena de fondo mientras mis lágrimas llenan un vaso de absenta que ya está vacío. Mis manos acarician sueños sobre el papel, mi mente narcotizada sabe a libertad. Sabe a creación. No sé si la belleza acudirá a mis palabras hoy, pero al menos en ellas habitará la verdad.

La oscuridad de la noche se cuela por el ventanuco y me asfixia su negrura estrellada, que me recuerda a mí, a ti y a un atardecer en los Campos Elíseos. Los recuerdos batallan con las tinieblas a la luz del resplandor dorado de mi pluma, que rasgaría hasta el silencio más profundo.

El papel se tiñe, de tinta y de pasiones, y yo ya no estoy en mí, sino en el papel. He volado lejos y he dejado de ser yo, porque simplemente no quiero ser. Existo en las palabras, en la rima asonante que no tienen mis versos, en todas las composiciones que nunca seré capaz de escribir. Vuelo. Y me cuelo en mundos que no podré ver, de la mano de la Torre Eiffel, aunque no se observe desde mi buhardilla barata de Montmartre.

Siento, y no dejo de sentir hasta que cierro los ojos, exhausto, cansado de mirar con el alma y no la vista. Los sentimientos sólo se van cuando el delirio se transforma en sueño, persiguiéndome a todas partes, en la noche de París y en la de mis ilusiones.



Luz (R)

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